03 febrero 2013

Mientras tu dormías...



Mientras tu dormías, escuche a las aves cantar. Entonaron notas que me resultaron familiares y en algún momento te imagine cantando al pie de mi balcón. Era una melodía melosa, de esas que empalagan el corazón pero endulzan el alma. 

Me asomé por la ventana y note la dulce brisa de una mañana poco común y nada corriente. Tome un largo trago de luz a través de mis ojos y disfrute el aroma de las flores. Las aves seguían cantando y de ves en cuando podía verlas a través de las ramas del gran árbol que esta enfrente de mi ventana; no había ningún rastro de ti, ni de tu voz, ni de tu aroma. Era el día el que me daba la bienvenida, todo esto mientras tu dormías.

Me tomé un café, con sabor a dicha y a un "despiértate" necesario. Acaricie la temperatura de la taza que casualmente tiene la misma temperatura de tu rostro, la tome entre mis manos y pensé en lo mucho que me gustaría acariciar tus mejillas imperfectas. Al mover la taza derramé un poco de líquido, lo que me trajo de nuevo a la tierra y me hizo pensar en que tengo que ponerme los zapatos para salir a conquistar el mundo. Esos mismos zapatos que combinaban con el color de tus ojos y que tanto te gustaba que usara cuando caminaba contigo de la mano por el parque una tarde de Domingo. Sigue siendo temprano para ti.

Me bañe, me puse mi mejor sonrisa, adornada con un toque de color para hacer menos pesada la carga de no tenerte cerca. Saque del fondo del cajón ese suéter que solo sale en temporadas como esta y que al usarlo me pica, provocando que me acaricie el brazo mas de la cuenta pero me distraigo pensando que si fuera tu mano la que hace el trabajo por mi. Nada de esto sucede a menudo, solo cuando pienso ¿cuanto tiempo más estarás dormido?.

Salí a la calle y disfrute el sonido de la ciudad. Tan aprisa y tan calmada que es difícil seguirle el paso, cuando necesitas detenerte a pensar y buscas ese abrazo que no llega, pero que aún así, una palmada en el hombro te dice que ya es tarde y que probablemente el despertador se quedó dormido. Muerdo mi labio, pensando en que eso es casi imposible y miro al cielo con la esperanza de verte reflejado en una de esas nubes que tanto me gusta mirar, con formas tan irregulares como mi forma de ser y que pueden llegar a llorar más que cualquiera. ¿Cómo es que algo tan suave y blanco puede convertirse en una amenaza?. Parece que me escucha y me escupe en un ojo para que regrese a lo mío.

Transcurre la tarde. Veo edificios, calles, niños, jóvenes y adultos. Todos despiertos. De ti, no se nada.

Llega la noche, vuelo a casa para transformarme en un ovillo y llenar mis piernas de libros de los que trataré de hablarte, pero que se que sus palabras no se escucharán fuera de mi cabeza. Tardo en leer una historia más y espero a que llegue el cansancio, para apagar la luz y disfrutar del poco brillo de las estrellas que brillaban en tus ojos algunas tardes de Octubre y no necesitaba buscarlas muy arriba. Por esas fechas es cuando puedo mirarlas un poco más intensas que el resto del año, con ayuda de una luna enorme que no duda en asomarse para recordarme que no importa que la gente duerma y no la vea, habrá otros ojos que prefieran esperar a que ella llegue. 

Mientras todo esto sucede, tu sigues dormido querido amor. Y yo, sigo escribiendo.

Jimena

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